domingo, 22 de septiembre de 2013

Carburador hidrolítico



Nanosrobots


Nanodispositivo


Nanostray


Vehículo con pila de combustible: Honda FCX Clarity

Un vehículo de hidrógeno o vehículo impulsado por hidrógeno es un vehículo de combustible alternativo que utiliza hidrógeno diatómico como su fuente primaria de energía para propulsarse.
Estos vehículos utilizan generalmente el hidrógeno en uno de estos dos métodos: combustión o conversión de pila de combustible. En la combustión, el hidrógeno se quema en un motor de explosión, de la misma forma que la gasolina. En la conversión de pila de combustible, el hidrógeno se convierte en electricidad a través de pilas de combustible que mueven motores eléctricos - de esta manera, la pila de combustible funciona como una especie de batería.
El vehículo con pila de combustible se considera un vehículo de cero emisiones porque el único subproducto del hidrógeno consumido es el agua, que adicionalmente puede también mover una micro-turbina (véase automóvil de vapor).
A enero 2010, Honda es la única firma que ha obtenido la homologación para comercializar su vehículo impulsado por este sistema, el FCX Clarity, en Japón y Estados Unidos. El FCX Clarity empezó a comercializarse en Estados Unidos en julio de 2008 y en Japón en noviembre del mismo año. De momento, la compañía no ha anunciado planes de comercializarlo en Europa, aunque sí se sabe que en el centro de I+D de Honda en Alemania ya trabajan con él.

Hacia las Células de Combustible Aptas Para Energizar Aparatos Cotidianos


Valiéndose de avances tecnológicos en el campo de los dispositivos nanoestructurados, temperaturas de operación más bajas, el uso de una fuente de combustible abundante, y materiales más baratos, un grupo de investigadores dirigido por Shriram Ramanathan en la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas de la Universidad de Harvard, está dando pasos clave hacia la citada meta, y es cada vez más optimista sobre la viabilidad comercial de esta tecnología.

Ramanathan es un experto en el desarrollo de células de combustible de óxido sólido (SOFCs, por sus siglas en inglés).

Las células de combustible electroquímicas se han visto desde hace mucho tiempo como una potencial alternativa verde a los combustibles fósiles, sobre todo porque la mayoría de las SOFCs dejan como residuo poco más que agua.


Los obstáculos que impiden usar las SOFCs para recargar ordenadores portátiles y teléfonos móviles, o para energizar a la próxima generación de automóviles, han sido la fiabilidad, la temperatura y el costo.

Las células de combustible operan convirtiendo la energía química (del hidrógeno o también por ejemplo del metano) en una corriente eléctrica. Los iones de oxígeno viajan, a través del electrolito, desde el cátodo hasta el ánodo, donde oxidan al combustible para producir una corriente de electrones que viaja de regreso hacia el cátodo.

Esto puede parecer bastante simple en principio, pero hasta ahora las SOFCs han sido más adecuadas para el laboratorio que para la oficina o el garaje.

Sin embargo, esa situación puede cambiar pronto gracias a dos avances tecnológicos cruciales logrados recientemente por el equipo de Ramanathan : uno de ellos es el desarrollo y la demostración de una SOFC muy estable y funcional, de película delgada de cerámica, y que no contiene nada de platino. El otro es la demostración de una micro-SOFC alimentada con metano y que opera a menos de 500º C, algo que hace unos pocos años habría parecido inviable.

Las SOFCs tradicionales han estado operando sobre los 800º C, pero tan altas temperaturas sólo son aceptables para generadores ubicados en un lugar fijo y debidamente acondicionado; usarlas para energizar un teléfono móvil, u otro aparato por el estilo, no es factible.

Aunque 500º C es una temperatura todavía bastante alta, el avance técnico constituye un paso importante hacia el objetivo final de conseguir SOFCs que operen a no más de unos 300º C.

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Un salto tecnológico permitirá desentrañar la "telaraña cósmica"

CHICAGO, Estados Unidos (AFP) 2.008 — Los científicos creen que un salto cuántico en la potencia informática y el desarrollo de poderosos nuevos telescopios permitirán desentrañar pronto la "telaraña cósmica", una teoría según la cual el universo está unido por hilos invisibles de "materia oscura".
En una serie de artículos divulgados en la edición del viernes de la revista Science, prestigiosos astro físicos explican cómo los experimentos y nuevas tecnologías que serán lanzados en los próximos años abrirán una nueva ventana hacia los orígenes y complejidades del universo.
Las herramientas actuales han permitido tener un esbozo sobre cómo nació el universo tras el Big Bang y cómo se mantiene unido por la fuerza gravitacional de la misteriosa "materia oscura".
Pero no son lo suficientemente precisas como para hacer un mapa real de la telaraña cósmica, que se estima mantiene unidas las mil millones de galaxias brillantes en el universo conocido, o para revelar detalles sobre cómo se forman e interactúan las galaxias.
Varios proyectos en marcha ayudarán a cambiar eso, aseguran los autores.
"Estamos a punto de realizar tremendos progresos gracias a los nuevos observatorios (planeados), los avances teóricos que se están realizando y los avances en informática", explicó Claude-Andre Faucher-Giguere, de la Universidad de Harvard, principal autor de uno de los artículos.
Cuando se implementen los nuevos proyectos, los astro físicos podrán usar ondas de radio para mirar atrás en el tiempo y ver la imagen de los días oscuros del universo antes que surgieran las estrellas y los planetas.
"Hace mucho, mucho tiempo el universo estaba lleno de hidrógeno neutro, pero en determinado punto se formaron las primeras estrellas y el universo pasó de neutro a ionizado, y el hidrógeno neutro desapareció", dijo Faucher-Giguere en una entrevista telefónica.
Los observatorios de baja frecuencia que están siendo construidos o planificados y el poderoso telescopio espacial James Webb que se planea lanzar en 2013 explorarán el universo para detectar alguna señal de hidrógeno neutro.
"A medida que miras más lejos a través de un telescopio estás viendo el universo en un periodo más temprano", explicó el científico.
Si logran mirar lo suficientemente lejos como para encontrar este hidrógeno neutro, los astrofísicos podrán probar que su teoría de la formación del universo es correcta, dijo Faucher-Giguere.
Otro proyecto clave es el experimento GAIA de la Agencia Espacial Europea, que a partir de 2011 medirá y hará un mapa de los movimientos de más de mil millones de estrellas en nuestra galaxia.
Sumado a los avances propuestos en las herramientas usadas para recolectar las observaciones astronómicas, estas mediciones deberían mostrarnos en la próxima década cómo se forman los grupos de galaxias, indicó Rodrigo Ibata del Observatorio Astronómico de Estrasburgo.
"Podremos, por primera vez, volver a unir las estrellas dispersas debido a antiguos eventos de acrecentamiento, analizando minuciosamente la Vía Láctea y conociendo su historia", escribió.
"Podremos entonces determinar directamente hasta qué punto la galaxia fue formada a partir de galaxias enanas que cayeron a través de la telaraña cósmica local", explicó.
Otro terreno en el cual se esperan grandes avances es en el descubrimiento de bariones faltantes, que son las partículas subatómicas que conforman las estrellas, los planetas y hasta las personas.
Actualmente los astrofísicos pueden dar cuenta de aproximadamente la mitad de la masa bariónica que debería estar presente según el modelo estándar del universo.
"Encontrar los bariones faltantes y por lo tanto producir un inventario completo de posiblemente el único componente detectable de la masa energética del universo es crucial para validar o invalidar nuestro actual modelo cosmológico", estimó Fabrizio Nicastro, del Centro de Astrofísica del Harvard-Smithsonian.
Los rayos X de alta resolución y la óptica ultravioleta han permitido a los astrofísicos comenzar a rastrear los bariones cósmicos, explicó.

domingo, 15 de septiembre de 2013

El cerebro se regenera

Investigadores de la Universidad de Auckland (Nueva Zelanda), y de la Academia Sahlgrenska de Goteborg (Suecia) que ha confirmado que el cerebro humano adulto produce nuevas neuronas. La zona concreta donde se regeneran es en el bulbo olfatorio.
Este fenómeno, conocido como neurogénesis, continúa a lo largo de la vida en el sistema nervioso central.


Un estudio del Salk Institute for Biological Studies (Instituto Salk de Estudios Biológicos) permite afirmar que la mejora de la función cognitiva cerebral asociada con el ejercicio físico parecen depender de la activación de las células madres neuronales, hasta entonces “quiescentes”, localizadas en el hipocampo del cerebro de los adultos, una activación que da pie al desarrollo de nuevas neuronas. Lo cual coincidía con el estudio de los científicos alemanes del Hospital Universitario de Erlangen.

Hasta que en el año 1998, el propio Fred H. Gage, en colaboración con Peter Eriksson del University Hospital de Göteburg, descubrieron que el cerebro humano produce nuevas neuronas en su vida adulta, se consideraba, casi como un dogma, que los seres humanos en el momento de nacer tenían ya en sus cerebros todas las neuronas de las que podrían disponer a lo largo de sus vidas. El ritmo de esta neurogénesis adulta sería regulado por el estilo de vida de la persona, hasta el punto de que éste podría modelar la estructura del propio cerebro.

El entusiasmo, la actividad, la concentración, no actuar como un 'viejo', son la clave para que las neuronas se mantengan activas y se regeneren. El organismo debe sentir que se las necesita.